domingo, 11 de agosto de 2013

Zacarías 1:13-17


En la entrada anterior vimos que, al cumplirse los 70 años de cautiverio en Babilonia, el pueblo de Dios comenzó a hacerse una pregunta:
¿Acaso llegó el tiempo de liberación y el retorno a la Tierra Prometida?

El Ángel del Señor hizo la misma pregunta:
(Zac. 1:12)  Entonces respondió el ángel del SEÑOR y dijo: Oh SEÑOR de los ejércitos, ¿hasta cuándo seguirás sin compadecerte de Jerusalén y de las ciudades de Judá, contra las cuales has estado indignado estos setenta años? 

Ahora veremos cuál fue la respuesta del Señor…


PALABRAS DE CONSUELO
La respuesta a la pregunta fue positiva…palabras buenas y consoladoras:
(Zac. 1:13-17)  Y el SEÑOR respondió al ángel que hablaba conmigo palabras buenas, palabras consoladoras.  (14)  Y el ángel que hablaba conmigo me dijo: Proclama, diciendo: Así dice el SEÑOR de los ejércitos: Estoy celoso en gran manera por Jerusalén y por Sion,  (15)  y con gran enojo estoy yo enojado contra las naciones que están confiadas; porque cuando yo estaba un poco enojado, ellas contribuyeron al mal.  (16)  Por tanto, así dice el SEÑOR: Me volveré a Jerusalén con compasión; en ella será reedificada mi casa--declara el SEÑOR de los ejércitos-- y el cordel será tendido sobre Jerusalén. (17)  Proclama de nuevo, diciendo: Así dice el SEÑOR de los ejércitos: Otra vez rebosarán mis ciudades de bienes, otra vez el SEÑOR consolará a Sion y de nuevo escogerá a Jerusalén.

Dios no se había olvidado de Su pueblo; si se alejó, fue porque el pueblo necesitaba corrección.  Pero luego de la corrección, viene la restauración. 

Este es el mismo mensaje que dio Isaías:
(Isa. 57:15-21)  Porque así dice el Alto y Sublime que vive para siempre, cuyo nombre es Santo: Habito en lo alto y santo, y también con el contrito y humilde de espíritu, para vivificar el espíritu de los humildes y para vivificar el corazón de los contritos.  (16)  Porque no contenderé para siempre, ni estaré siempre enojado, pues el espíritu desfallecería ante mí, y el aliento de los que yo he creado.  (17)  A causa de la iniquidad de su codicia, me enojé y lo herí; escondí mi rostro y me indigné, y él siguió desviándose por el camino de su corazón.  (18)  He visto sus caminos, pero lo sanaré; lo guiaré y le daré consuelo a él y a los que con él lloran,  (19)  poniendo alabanza en los labios. Paz, paz al que está lejos y al que está cerca --dice el SEÑOR-- y yo lo sanaré. 

Dios castiga porque nos ama, para que aprendamos, para que corrijamos nuestro rumbo si nos hemos desviado.  Dios no tolera el mal, y por eso castiga el mal.  Pero lo hace para corregirnos, para que rectifiquemos nuestro camino.  Él nos dice: Vuelve.

Dios es misericordioso, y perdona a Su pueblo. Él está dispuesto a darnos una segunda oportunidad.  Pero la gracia y la misericordia divina no deben tomarse como una licencia para pecar.  Eso es lo que hacen los impíos, y para ellos no hay paz (Isa. 57:20-21).  Esa nueva oportunidad no es para seguir igual, sino para volver….para volvernos de nuestros malos caminos, y comenzar a hacer las cosas como Dios manda.
(Ezequiel 33:11)  Diles: Vivo yo--declara el Señor DIOS-- que no me complazco en la muerte del impío, sino en que el impío se aparte de su camino y viva. Volveos, volveos de vuestros malos caminos. ¿Por qué habéis de morir, oh casa de Israel?

(Isaías 1:16-20)  Lavaos, limpiaos, quitad la maldad de vuestras obras de delante de mis ojos; cesad de hacer el mal,  (17)  aprended a hacer el bien, buscad la justicia, reprended al opresor, defended al huérfano, abogad por la viuda.  (18)  Venid ahora, y razonemos --dice el SEÑOR-- aunque vuestros pecados sean como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; aunque sean rojos como el carmesí, como blanca lana quedarán.  (19)  Si queréis y obedecéis, comeréis lo mejor de la tierra;  (20)  pero si rehusáis y os rebeláis, por la espada seréis devorados. Ciertamente, la boca del SEÑOR ha hablado.

(Isa. 55:6-13)  Buscad al SEÑOR mientras puede ser hallado, llamadle en tanto que está cerca.  (7)  Abandone el impío su camino, y el hombre inicuo sus pensamientos, y vuélvase al SEÑOR, que tendrá de él compasión, al Dios nuestro, que será amplio en perdonar.  (8)  Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos--declara el SEÑOR.  (9)  Porque como los cielos son más altos que la tierra, así mis caminos son más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos.  (10)  Porque como descienden de los cielos la lluvia y la nieve, y no vuelven allá sino que riegan la tierra, haciéndola producir y germinar, dando semilla al sembrador y pan al que come,  (11)  así será mi palabra que sale de mi boca, no volverá a mí vacía sin haber realizado lo que deseo, y logrado el propósito para el cual la envié.  (12)  Porque con alegría saldréis, y con paz seréis conducidos; los montes y las colinas prorrumpirán en gritos de júbilo delante de vosotros, y todos los árboles del campo batirán palmas.  (13)  En lugar del espino crecerá el ciprés, y en lugar de la ortiga crecerá el mirto; y esto será para gloria del SEÑOR, para señal eterna que nunca será borrada.

[Noten la mención del mirto en el ver. 13]

Por eso, Zacarías comienza con un llamado al arrepentimiento a la nueva generación, después de los 70 años, para que se vuelvan a Dios y sean restaurados (Zac. 1:2-6).

CELO POR JERUSALÉN
Zacarías habla del Celo de Dios por Jerusalén.  Pero debemos definir la diferencia entre “celo” y “celos”.

Celo: es un interés ardiente y activo por una causa o persona.  Es el cuidado y el esmero en el cumplimiento de los deberes.

Celos: Es el sentimiento de inseguridad que proviene de un amor no correspondido, o la sospecha de una traición.

La Biblia dice Jehová es Dios Celoso.  Pero no es porque Él sea inseguro, sino porque no está dispuesto a compartir el afecto de los Suyos con nadie más.
(Exo. 20:3-6)  No tendrás otros dioses delante de mí.  (4)  No te harás ídolo, ni semejanza alguna de lo que está arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra.  (5)  No los adorarás ni los servirás; porque yo, el SEÑOR tu Dios, soy Dios celoso, que castigo la iniquidad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación  de los que me aborrecen,  (6)  y muestro misericordia a millares, a los que me aman y guardan mis mandamientos.

La Biblia compara la relación del Señor con su pueblo como el de una pareja (Efe. 5:25-32).  En esos términos, Él nos hace saber que Él es Celoso, y no nos compartirá con ningún dios y ningún otro amor (Deut. 6:15).     

Por otro lado, la Biblia también habla del Celo de Dios, como es el caso de Zacarías.
(Zac. 1:14)  Y el ángel que hablaba conmigo me dijo: Proclama, diciendo: Así dice el SEÑOR de los ejércitos: 'Estoy celoso en gran manera por Jerusalén y por Sion… 



El pueblo de Dios probablemente llegó a creer que a Dios no le importaba Jerusalén, ya que había permitido que los babilonios la destruyeran—pero no es así.  Dios lo permitió por su desobediencia y adulterio espiritual (idolatría).  El quitó el cerco de protección y permitió que Babilionia conquistara Israel.  En ese sentido, el Señor usó a las naciones para disciplinar a Su pueblo…pero llegará el día en que Dios hará justicia con los enemigos de Israel.   
(Zac. 1:15)  y con gran enojo estoy yo enojado contra las naciones que están confiadas; porque cuando yo estaba un poco enojado, ellas contribuyeron al mal.

El Celo del Señor lo lleva a defender lo que ama. 

También Ezequiel profetizó que, por Su celo divino, Dios ajusticiará a los enemigos de Israel, y traerá restauración a Su pueblo.
(Ezequiel 36:3-10)  por tanto, profetiza y di: Así dice el Señor DIOS: 'Porque os han asolado y aplastado por todos lados, para que fuerais posesión de las demás naciones, os han hecho el blanco de la habladuría y de la calumnia del pueblo.' (4)  Por tanto, montes de Israel, oíd la palabra del Señor DIOS. Así dice el Señor DIOS a los montes y a los collados, a las barrancas y a los valles, a las ruinas desoladas y a las ciudades abandonadas, que han venido a ser presa y escarnio de las demás naciones alrededor;  (5)  por eso, así dice el Señor DIOS: 'Ciertamente en el fuego de mi celo he hablado contra las demás naciones y contra todo Edom, que se han apropiado para sí de mi tierra como posesión, con alegría, de todo corazón y con desprecio de alma, para dejarla como presa.'  (6)  Por tanto, profetiza acerca de la tierra de Israel, y di a los montes y a los collados, a las barrancas y a los valles: 'Así dice el Señor DIOS: He aquí, yo he hablado en mi celo y en mi furor porque habéis soportado los insultos de las naciones.  (7)  'Por lo cual, así dice el Señor DIOS: Yo he jurado que las naciones que os rodean, ellas mismas soportarán sus insultos.  (8)  Pero vosotros, montes de Israel, echaréis vuestras ramas y produciréis vuestro fruto para mi pueblo Israel; porque pronto vendrán.  (9)  Pues, he aquí, estoy por vosotros y me volveré a vosotros, y seréis labrados y sembrados.  (10)  Multiplicaré hombres en vosotros, toda la casa de Israel, toda ella; y las ciudades serán habitadas, y las ruinas reedificadas.

El Señor tiene celo por Jerusalén.  Él tiene un interés ardiente por esta Ciudad; de todas las ciudades del mundo, el Señor la escogió para poner allí Su Nombre (I Reyes 11:36). Aunque Él permitió que fuera destruida, Él la reedificará, pero sobre un fundamento limpio.  A veces, para poder levantar, se necesita primero destruir (Jer. 31:28).
(Zac. 1:16-17)  Por tanto, así dice el SEÑOR: 'Me volveré a Jerusalén con compasión; en ella será reedificada mi casa'--declara el SEÑOR de los ejércitos-- 'y el cordel será tendido sobre Jerusalén.'  (17)  Proclama de nuevo, diciendo: Así dice el SEÑOR de los ejércitos: 'Otra vez rebosarán mis ciudades de bienes, otra vez el SEÑOR consolará a Sion y de nuevo escogerá a Jerusalén.'

Lo mismo aplica en un sentido espiritual: Si queremos que el Señor restaure nuestras vidas, debemos examinarnos primero, para arrancar y destruir lo malo, y así poder sembrar lo bueno y edificar sobre una buena base, limpia y santa.  
(Jer. 31:28)  Y como velé sobre ellos para arrancar y para derribar, para derrocar, para destruir y para traer calamidad, así velaré sobre ellos para edificar y para plantar--declara el SEÑOR.

(Salmo 69:35-36)  Porque Dios salvará a Sion y edificará las ciudades de Judá, para que ellos moren allí y la posean.  (36)  Y la descendencia de sus siervos la heredará, y los que aman su nombre morarán en ella.


En la siguiente entrada veremos lo segunda visión de Zacarías (Zac. 1:18-21)...


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