viernes, 7 de septiembre de 2012

VINO PARA CUMPLIR, NO ABOLIR (Mat. 5:17-19)


(Día 20)

La enseñanza de Jesús parecía tan innovadora en su tiempo, que algunos pensaban Él estaba haciendo a un lado la ley…pero era todo lo contrario.  Jesús dijo:
(Mateo 5:17)  No penséis que he venido para abolir la ley o los profetas; no he venido para abolir, sino para cumplir. 



La palabra “abolir” (gr. Kataluo) también se puede traducir como: disolver, desintegrar, desatar, demoler, derribar, derrocar.

La palabra “cumplir” (gr. Pleroo), que literalmente significa: llenar algo, o hacerlo repleto; es decir, llevar a plenitud. 


Ciertamente Jesús nunca faltó a la Ley de Dios.  El fue perfecto y justo.  Pero a lo que no se sometió fue a la “ley de los hombres”.    

Los líderes judíos habían puesto leyes extras a las que Dios había dado, tales como lavamientos de manos y prohibiciones específicas en el día de reposo, las cuales no estaban escritas en la Palabra.  A éstas no se sometió Jesús, porque eran interpretaciones humanas, no divinas. 

La Ley de Dios está plasmada en la Biblia, más específicamente en los primeros cinco libros: Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio.  En hebreo se conoce como Torá, y en español se le llama “Pentateuco”. 

Si nos atreviéramos a criticar a los judíos por haber “añadido” a la Ley, también deberíamos los cristianos vernos al espejo, ya que las tantas religiones o sectas cristianas han añadido doctrinas y reglas a la Palabra de Dios.  Aunque hayan sido puestas con “buena intención”, al final terminan distrayéndonos de la verdad de la Palabra de Dios…y así nacen las religiones.

Jesús no vino a “abolir” la Ley (Torá) ni a desestimar lo que escribieron los profetas (de Isaías a Malaquías).  Más bien, Él vino a cumplirla, no sólo poniendo en práctica las Leyes del Reino, viviendo como Dios manda, sino que también cumpliendo las profecías escritas sobre el Mesías. 

Pablo escribió:
(Romanos 10:4)  Porque Cristo es el fin de la ley para justicia a todo aquel que cree.

Este versículo se ha prestado a malas interpretaciones, debido a que “fin” tiene varios significados en español.  En este versículo, la palabra en griego es “Telos”, que literalmente significa: meta u objetivo.  Jesús no es “la cancelación” de la Ley, sino el objetivo y propósito de la Ley.  A Él apunta, y de Él habla.  Jesús no acabó con la Ley, sino la cumplió.     

El rechazo a la Torá viene desde muy temprano en la historia de la Iglesia Cristiana, por el espíritu antisemita que entró a causa de la persecución romana.  Es lamentable que eso nos haya sido heredado, pues nos ha alejado de lo que es el fundamento de la Biblia: la Torá (o Pentateuco), los primeros cinco libros, que son conocidos bíblicamente como “la Ley”, o también “Moisés”. 

Contrario a alejarnos de la Ley, Jesús nos llama a que volvamos la vista a esa parte tan abandonada, pero tan vital, de la Palabra de Dios.   En el Sermón del Monte, Jesús siguió diciendo:
(Mat 5:18-19)  Porque en verdad os digo que hasta que pasen el cielo y la tierra, no se perderá ni la letra más pequeña ni una tilde de la ley hasta que toda se cumpla.  (19)  Cualquiera, pues, que anule uno solo de estos mandamientos, aun de los más pequeños, y así lo enseñe a otros, será llamado muy pequeño en el reino de los cielos; pero cualquiera que los guarde y los enseñe, éste será llamado grande en el reino de los cielos.



En los Cielos no se ha autorizado un plebiscito para hacer reformas a la Ley de Reino de Dios.  El orden de Dios no ha cambiado.  Lo que cambió con el Nuevo Pacto es el lugar donde la Ley está escrita:
(Jeremías 31:31-33)  He aquí, vienen días--declara el SEÑOR-- en que haré con la casa de Israel y con la casa de Judá un nuevo pacto,  (32)  no como el pacto que hice con sus padres el día que los tomé de la mano para sacarlos de la tierra de Egipto, mi pacto que ellos rompieron, aunque fui un esposo para ellos--declara el SEÑOR;  (33)  porque este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días--declara el SEÑOR--. Pondré mi ley dentro de ellos, y sobre sus corazones la escribiré; y yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo.

Lean el Salmo 119  (dado que es un texto largo, pueden dividir la lectura en varios días). 


ORACIÓN
Señor, te pido perdón, porque en mi ignorancia he rechazado la Ley, Tus mandamientos.  Al hacerlo, te hemos rechazado a Ti.  Tú no has cambiado, porque eres el mismo, ayer, hoy y por siempre.  Cielo y Tierra pasarán; más Tu Palabra no pasará.  No se perderá ni la letra más pequeña ni una tilde de la ley hasta que toda se cumpla. 

Señor, no quiero ser contada entre los “pequeños” del Reino de los Cielos por haber rechazado tus mandamientos.  Más bien, quiero guardarlos y enseñarlos, como Tú dijiste.

Bendito Tú, Señor; enséñame tus estatutos.  He contado con mis labios de todas las ordenanzas de tu boca.  Me he gozado en el camino de tus testimonios, más que en todas las riquezas.  Meditaré en tus preceptos, y consideraré tus caminos.  Me deleitaré en tus estatutos, y no olvidaré tu palabra.  Favorece a tu siervo, para que viva y guarde tu palabra.  Abre mis ojos, para que vea las maravillas de tu ley.  Amén.

[Hebreos 13:8-9; Mateo 5:18-19; Rom. 3:31; Mateo 24:35; Salmo 119:12-18]

3 comentarios:

  1. excelente, que bendición; la torah de DIOS es eterna, porque el todo poderoso no cambia, el es el mismo ayer hoy y siempre, y el no muere. Shalom

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