sábado, 22 de septiembre de 2012

LA PUERTA Y EL YUGO


(Día 35)


El mundo enseña a buscar la salida fácil y la solución rápida a todo.  Esta forma de pensar se ha fomentado especialmente en la era moderna.  Buscan los beneficios sin querer pagar el costo, lo cual promueve tomar “atajos” en la vida que son caminos de destrucción. 
(Proverbios 5:21-23)  Pues los caminos del hombre están delante de los ojos del SEÑOR, y El observa todos sus senderos.  (22)  De sus propias iniquidades será presa el impío, y en los lazos de su pecado quedará atrapado. (23)  Morirá por falta de instrucción, y por su mucha necedad perecerá.

La Biblia nos enseña que para obtener los beneficios, primero debemos pagar el precio.  Si queremos cosechar, primero debemos sembrar y cultivar.  Este es el orden de la vida, y del Reino de Dios.  En el Sermón del Monte, Jesús enseñó sobre esto usando la analogía de una puerta:
(Mateo 7:13-14)  Entrad por la puerta estrecha, porque ancha es la puerta y amplia es la senda que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella.  (14)  Porque estrecha es la puerta y angosta la senda que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan.

La puerta a la vida es estrecha.  Esto no sólo se refiere a la vida eterna, cuya puerta es Jesús, sino al estilo de vida del Reino.  La entrada al Reino es por fe, pero luego, debemos aprender a vivir según el orden del Reino de Dios.

La realidad es que, al principio, a todos nos cuesta ajustarnos al estilo de vida del Reino de Dios.  Es difícil porque debemos restringirnos, “apretarnos”.  No podemos hacer lo que queramos, sino que debemos seguir las normas del Reino.  Algunos ven ese orden como “restricción”; pero debemos llegar a entender que Dios no nos dio la Ley para “limitarnos”, sino para que nos vaya bien, para que tengamos una buena vida.
(Proverbios 10:8-9)  El sabio de corazón aceptará mandatos, mas el necio charlatán será derribado.  (9)  El que anda en integridad anda seguro, mas el que pervierte sus caminos será descubierto.

(Proverbios 2:6-15)  Porque el SEÑOR da sabiduría, de su boca vienen el conocimiento y la inteligencia.  (7)  El reserva la prosperidad para los rectos, es escudo para los que andan en integridad,  (8)  guarda las sendas del juicio, y preserva el camino de sus santos.  (9)  Entonces discernirás justicia y juicio, equidad y todo buen sendero;  (10)  porque la sabiduría entrará en tu corazón, y el conocimiento será grato a tu alma;  (11)  la discreción velará sobre ti, el entendimiento te protegerá,  (12)  para librarte de la senda del mal, del hombre que habla cosas perversas;  (13)  de los que dejan las sendas de rectitud, para andar por los caminos tenebrosos;  (14)  de los que se deleitan en hacer el mal, y se regocijan en las perversidades del mal,  (15)  cuyas sendas son torcidas, y se extravían en sus senderos.

YUGO FÁCIL, Y CARGA LIGERA
En la cultura judía, se consideraba que la Ley (la Torá) era un yugo que todo judío debía llevar.  Jesús explicó que esta carga es en realidad livina.
(Mateo 11:29-30)  Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y hallaréis descanso para vuestras almas.  (30)  Porque mi yugo es fácil y mi carga ligera.




El yugo es el madero que el buey o animal de carga lleva sobre sus lomos.  Por lo general, el yugo es llevado por dos animales, y unidos pueden halar con mayor facilidad el arado.  Jesús nos dice que nos unamos a Él, debajo de su yugo.  El ya se lo puso, siendo obediente, hasta la muerte (Fil. 2:5-8); ahora nosotros también podemos, con Su ayuda. 
(Mateo 16:24-27)  Entonces Jesús dijo a sus discípulos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame.  (25)  Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por causa de mí, la hallará.  (26)  Pues ¿qué provecho obtendrá un hombre si gana el mundo entero, pero pierde su alma? O ¿qué dará un hombre a cambio de su alma?  (27)  Porque el Hijo del Hombre ha de venir en la gloria de su Padre con sus ángeles, y entonces recompensará a cada uno según su conducta.

 (1 Juan 2:1-6)  Hijitos míos, os escribo estas cosas para que no pequéis. Y si alguno peca, Abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo.  (2)  El mismo es la propiciación por nuestros pecados, y no sólo por los nuestros, sino también por los del mundo entero.  (3)  Y en esto sabemos que hemos llegado a conocerle: si guardamos sus mandamientos.  (4)  El que dice: Yo he llegado a conocerle, y no guarda sus mandamientos, es un mentiroso y la verdad no está en él;  (5)  pero el que guarda su palabra, en él verdaderamente el amor de Dios se ha perfeccionado. En esto sabemos que estamos en El.  (6)  El que dice que permanece en El, debe andar como El anduvo.

Mañana seguiremos hablando de la puerta estrecha…

ORACIÓN
Señor, muéstrame tus caminos, y enséñame tus sendas.  Guíame en tu verdad, porque tú eres el Dios de mi salvación; en ti espero todo el día.  ¡Benditos son los de camino perfecto, los que andan en la ley del SEÑOR!  ¡Bendición vendrá a los que guardan sus testimonios, y con todo el corazón le buscan! 

Señor, estoy dispuesto a ponerme Tu yugo.  Ya no quiero pecar, sino andar en Tus caminos.  Tú has ordenado tus preceptos, para que los guardemos con diligencia.  Quisiera que mis caminos sean afirmados para guardar tus estatutos. 

Con rectitud de corazón te daré gracias, al aprender tus justos juicios.  Te mostraré que te amo, guardando Tus mandamientos, pues deseo que te manifiestes en mi vida.  Entraré por la puerta estrecha. 

[Salmo 25:4-5; Salmo 119:1-8; Juan 14:21]

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