miércoles, 22 de agosto de 2012

POBRES EN ESPÍRITU (Mat. 5:3)


El Señor Jesús comenzó el Sermón del Monte diciendo cuales son las virtudes en el Reino de los Cielos que traen bendición espiritual.  La primera verdad es ésta:
(Mateo 5:3)  “Benditos” los pobres en espíritu, pues de ellos es el reino de los cielos. 

Aquí el Señor se refiere a la “pobreza espiritual”, no a la material.

La definición de “pobre” es: la persona que no tiene lo necesario para vivir.
Por lo tanto, “pobre en espíritu” es aquel que reconoce que no tiene lo suficiente para vivir en el Reino de Dios. 

La pobreza no es un estado deseable, pero en el sentido espiritual, es una realidad que debemos reconocer.  Si creemos que tenemos lo suficiente para “ganarnos el Cielo”, entonces estamos engañados y no apreciaremos la necesidad espiritual que tenemos.   Eso podría costarnos el acceso al Reino de Dios.   
(1 Juan 1:8-9)  Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos y la verdad no está en nosotros.  (9)  Si confesamos nuestros pecados, El es fiel y justo para perdonarnos los pecados y para limpiarnos de toda maldad.

El boleto de entrada al Reino de los Cielos es la justicia perfecta.  Pero, ¿quién puede pagar ese precio? 
(Romanos 3:10-12)  como está escrito: No hay justo, ni aun uno;  (11)  no hay quien entienda, no hay quien busque a Dios;  (12)  todos se han desviado, a una se hicieron inútiles; no hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno.

No hay hombre justo, sólo el Señor Jesús.  Él pagó el precio de nuestro pecado, y sólo creyendo en Él podremos tener acceso a Su Reino.
(Romanos 3:23-26)  por cuanto todos pecaron y no alcanzan la gloria de Dios,  (24)  siendo justificados gratuitamente por su gracia por medio de la redención que es en Cristo Jesús,  (25)  a quien Dios exhibió públicamente como propiciación por su sangre a través de la fe, como demostración de su justicia, porque en su tolerancia, Dios pasó por alto los pecados cometidos anteriormente,  (26)  para demostrar en este tiempo su justicia, a fin de que El sea justo y sea el que justifica al que tiene fe en Jesús.

Aun cuando hayamos alcanzado la salvación al creer en Jesús, seguiremos necesitando a Dios para crecer, para ser transformados, para vivir la plenitud que Dios tiene para nosotros.  Si estamos conscientes de esto, le seguiremos buscando con fervor porque sabemos que lo necesitamos, y que deseamos más y más de Él.

Ser “pobre en espíritu” es reconocer que tenemos necesidad de Dios.



IGLESIA POBRE, IGLESIA RICA
En las iglesias de Apocalipsis, había una que era pobre materialmente, pero Jesús la miraba con otros ojos.
(Apoc. 2:9)  Yo conozco tu tribulación y tu pobreza (pero tú eres rico)…

Pero había otra que era exactamente lo opuesto.
(Apoc. 3:17-18)  Porque dices: "Soy rico, me he enriquecido y de nada tengo necesidad"; y no sabes que eres un miserable y digno de lástima, y pobre, ciego y desnudo,  (18)  te aconsejo que de mí compres oro refinado por fuego para que te hagas rico, y vestiduras blancas para que te vistas y no se manifieste la vergüenza de tu desnudez, y colirio para ungir tus ojos para que puedas ver.

Esta iglesia era rica materialmente, y por eso creían no tener necesidad.  Se creían tan autosuficientes, que habían dejado al Señor afuera de sus puertas (3:20).  Pero la realidad es que eran espiritualmente paupérrimos, ya que sin el Señor no somos nada. 

Jesús dijo:
(Juan 15:5)  Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ése da mucho fruto, porque separados de mí nada podéis hacer.

¡Qué peligroso es creer que uno no tiene necesidad!  Si uno se cree rico espiritualmente, no buscará; pero si reconocemos la necesidad que tenemos de Dios, lo buscaremos continuamente, como un0 busca el pan diario para comer.

A veces nos creemos “ricos espiritualmente” porque nos comparamos con otros que tienen menos.  Nos sentimos “superiores”, y por eso creemos que ya alcanzamos el éxito.  ¡No nos conformemos!   Mientras que todavía no hayamos alcanzado la estatura de Cristo, aún nos falta más.  Él es nuestra meta, nuestro ejemplo.

ORACIÓN
Señor, te pido perdón porque me he creído autosuficiente.  He vivido mi vida tomando decisiones sin tomarte en cuenta.  He cosechado el fruto de mis malas decisiones, y hoy lo reconozco y te pido perdón.  Te he fallado a Ti, y me he fallado a mí mismo.  Pero hoy vengo arrepentido, dispuesto a cambiar. 

Hoy reconozco que soy pobre en espíritu.  Sin Ti, Señor, nada puedo hacer.  Quiero más y más de Ti.  Te necesito, como una planta necesita agua para reverdecer.  Quiero ese el oro refinado por fuego, las vestiduras blancas que cubren la vergüenza de mi desnudez, y también ese colirio para ungir mis ojos para poder ver la realidad espiritual.

Señor, estoy dispuesto a reconocer mi pobreza espiritual para ser rico en Ti.

[Juan 15:5; Apoc. 3:18]


2 comentarios:

  1. Pst. Manuel Chuqui A.23/3/16 11:17

    Es verdad hnos, pensamos que ya tenemos todo asegurado el cielo, y ya no queremos estudiar, orar, congregar y predicar el evangelio. estamos tan equivocados. ten misericordia de nosotros oh Dios.

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  2. Bendiciones... me ha servido de mucho esta palabra!!! Bebemos anhelar siempre su presencia como una gran necesidad!

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