domingo, 26 de agosto de 2012

EL EFECTO DE LA HUMILDAD


(Día 8)


 

Ayer hablamos de la humildad que surge de conocer a Dios, el Alto y Sublime.  Ese reconocimiento de nuestra posición con respecto a Dios nos lleva a ser más considerados y humildes con las personas.
(Colosenses 3:12-14)  Entonces, como escogidos de Dios, santos y amados, revestíos de tierna compasión, bondad, humildad, mansedumbre y paciencia;  (13)  soportándoos unos a otros y perdonándoos unos a otros, si alguno tiene queja contra otro; como Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros.  (14)  Y sobre todas estas cosas, vestíos de amor, que es el vínculo de la unidad.

(Efesios 4:2-3)  con toda humildad y mansedumbre, con paciencia, soportándoos unos a otros en amor,  (3)  esforzándoos por preservar la unidad del Espíritu en el
vínculo de la paz.

Pablo explica cómo se practica la humildad, y nos exhorta a seguir el ejemplo de Cristo:

(Filipenses 2:3-8)  Nada hagáis por egoísmo o por vanagloria, sino que con actitud humilde cada uno de vosotros considere al otro como más importante que a sí mismo,  (4)  no buscando cada uno sus propios intereses, sino más bien los intereses de los demás.  (5)  Haya, pues, en vosotros esta actitud que hubo también en Cristo Jesús,  (6)  el cual, aunque existía en forma de Dios, no consideró el ser igual a Dios como algo a qué aferrarse,  (7)  sino que se despojó a sí mismo tomando forma de siervo, haciéndose semejante a los hombres.  (8)  Y hallándose en forma de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.

La palabra en griego para “humildad” es: “Praus”.  Esta misma palabra se usa en referencia a los caballos que han sido domados y han aprendido a sujetarse a su amo.  De una forma similar, la humildad se manifiesta en nuestra obediencia y sumisión a Dios, tal como lo hizo Jesús, quien fue obediente hasta la muerte.

Muchos creen que ser humilde es “ser débil”, pero es todo lo contrario.  Se requiere más fuerza de voluntad para practicar la humildad y obedecer a Dios que hacer lo que uno quiere o dejarse llevar por lo que la gente dice.



POSEERÁN LA TIERRA
En el mundo se exalta el orgullo y la soberbia, mientras que se menosprecia la humildad y mansedumbre.  Pero en el Reino de los Cielos es todo lo contrario.
El Señor dice que los impíos y soberbios caerán, pero los humildes prevalecerán.
(Isaías 2:11-12)  La mirada altiva del hombre será abatida, y humillada la soberbia de los hombres; el SEÑOR solo será exaltado en aquel día.  (12)  Porque el día del SEÑOR de los ejércitos vendrá contra todo el que es soberbio y altivo, contra todo el que se ha ensalzado, y será abatido.

(Salmo 37:7-11)  Confía callado en el SEÑOR y espérale con paciencia; no te irrites a causa del que prospera en su camino, por el hombre que lleva a cabo sus intrigas.  (8)  Deja la ira y abandona el furor; no te irrites, sólo harías lo malo.  (9)  Porque los malhechores serán exterminados, mas los que esperan en el SEÑOR poseerán la tierra.  (10)  Un poco más y no existirá el impío; buscarás con cuidado su lugar, pero él no estará allí .  (11)  Mas los humildes poseerán la tierra, y se deleitarán en abundante prosperidad.

Esto es precisamente lo que dijo Jesús: “Benditos los humildes, porque ellos heredarán la tierra”. La Tierra es del Señor, y Él la da a Sus hijos.
(Salmo 37:29,34)   Los justos poseerán la tierra, y para siempre morarán en ella… Espera en el SEÑOR y guarda su camino, y El te exaltará para que poseas la tierra; cuando los impíos sean exterminados, tú lo verás.

La humildad tiene una recompensa:
(Proverbios 22:4)  La recompensa de la humildad y el temor del SEÑOR son la riqueza, el honor y la vida.

Pero la mayor recompensa de todos la mencionamos ayer, y volveremos a leerlo:
(Isaías 57:15)  Porque así dice el Alto y Sublime que vive para siempre, cuyo nombre es Santo: Habito en lo alto y santo, y también con el contrito y humilde de espíritu, para vivificar el espíritu de los humildes y para vivificar el corazón de los contritos. 

(Isaías 66:1)  Todo esto lo hizo mi mano, y así todas estas cosas llegaron a ser--declara el SEÑOR. Pero a éste miraré: al que es humilde y contrito de espíritu, y que tiembla ante mi palabra.


ORACIÓN
Señor, de todo corazón quiero hacer a un lado mi orgullo.  Pondré mis ojos en Ti, y no en este mundo.  No dejaré que las humillaciones me distraigan de hacer Tu voluntad.  Como un caballo que ha sido domado, así quiero yo responder y obedecer en todo lo que Tú digas.  Ya no haré más mi voluntad, sino la Tuya. 
   
También necesito de Tu gracia para ser humilde ante los hombres.  Quiero dejar atrás mi egoísmo y soberbia, y amar a los demás como a mí mismo.  No buscaré mis propios intereses, sino que me preocuparé por el bien de mis hermanos y por hacer Tu voluntad. 

Señor, seguiré tu ejemplo de humildad y obediencia, Tú que dejaste todo y entregaste tu vida por nosotros.  Como hijo de Dios, me revisto de compasión, bondad, humildad, mansedumbre, paciencia, y sobre todo de amor hacia los demás. 

[1 Pedro 5:5; Fil. 2:3-8; Col. 3:12-14]

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