sábado, 16 de abril de 2011

LA PRIMERA PASCUA


La historia de la Pascua se encuentra en Éxodo capítulo 12 y 13. Sin embargo, para poder entender lo que aconteció en ese momento, se debe leer el contexto. Para ello, vale la pena leer la historia desde el capítulo uno de Éxodo.

 
HISTORIA DEL EXODO
Los hijos de Israel cayeron como esclavos del Faraón en Egipto. Luego de muchos años de esclavitud, ellos clamaron a Dios para ser librados de las “pesadas cargas”.

Dios respondió, pero Él tenía un plan aun mejor del que le pedían. El no sólo los iba a librar de la esclavitud, sino que los llevaría al desierto a convertirlos en Su pueblo y luego los llevaría la tierra donde fluye leche y miel.

Hoy:  Esto aplica también al día de hoy…Dios no sólo nos “quita” los problemitas por los cuales le clamamos, sino que nos ofrece ser Sus hijos. No sólo nos ofrece una mejor vida, sino una vida eterna. Nuestras oraciones siempre quedan cortas para lo que Él quiere ofrecernos.

Cuando los hijos de Israel clamaron a Dios, Él trajo a memoria las promesas que les había hecho a los patriarcas (Abraham, Isaac y Jacob). Escogió entonces a Moisés como el líder que los sacaría de Egipto y los llevaría a la Tierra Prometida.
(Éxodo 3:7-10) Y el SEÑOR dijo: Ciertamente he visto la aflicción de mi pueblo que está en Egipto, y he escuchado su clamor a causa de sus capataces, pues estoy consciente de sus sufrimientos. (8) Y he descendido para librarlos de mano de los egipcios, y para sacarlos de aquella tierra a una tierra buena y espaciosa, a una tierra que mana leche y miel, al lugar de los cananeos, de los hititas, de los amorreos, de los ferezeos, de los heveos y de los jebuseos. (9) Y ahora, he aquí, el clamor de los hijos de Israel ha llegado hasta mí, y además he visto la opresión con que los egipcios los oprimen. (10) Ahora pues, ven y te enviaré a Faraón, para que saques a mi pueblo, los hijos de Israel, de Egipto.

Pero cuando Moisés llegó a solicitar al Faraón que los dejara ir, él se rehusó. Esta negativa no fue una sorpresa, porque Dios ya se lo había advertido.
(Éxodo 3:19-20) Pero yo sé que el rey de Egipto no os dejará ir, si no es por la fuerza. (20) Pero yo extenderé mi mano y heriré a Egipto con todos los prodigios que haré en medio de él, y después de esto, os dejará ir.

Si no los dejaban ir por las buenas, sería por las malas. Por causa de la dureza del corazón del Faraón, Dios tuvo que enviar una serie de plagas sobre toda la tierra de Egipto. Cada una de estos juicios era una lección para el Faraón y los egipcios, hasta que finalmente reconocieron que Dios es soberano sobre toda la Tierra.

La plaga que cambió la historia fue “la muerte de los primogénitos”. A pesar de la advertencia, el Faraón no cedió. Por lo tanto, Dios envió la última plaga.
(Éxodo 12:29-33) Y sucedió que a la medianoche, el SEÑOR hirió a todo primogénito en la tierra de Egipto, desde el primogénito de Faraón que se sentaba sobre su trono, hasta el primogénito del cautivo que estaba en la cárcel, y todo primogénito del ganado. (30) Y se levantó Faraón en la noche, él con todos sus siervos y todos los egipcios; y hubo gran clamor en Egipto, porque no había hogar donde no hubiera alguien muerto. (31) Entonces llamó a Moisés y a Aarón aún de noche, y dijo: Levantaos y salid de entre mi pueblo, vosotros y los hijos de Israel; e id, adorad al SEÑOR, como habéis dicho. (32) Tomad también vuestras ovejas y vuestras vacadas, como habéis dicho, e idos, y bendecidme también a mí. (33) Y los egipcios apremiaban al pueblo, dándose prisa en echarlos de la tierra, porque decían: Todos seremos muertos.

¿Qué fue lo que salvó a los primogénitos de Israel de morir?

(Exodo 12:21-23) Entonces Moisés convocó a todos los ancianos de Israel, y les dijo: Sacad del rebaño corderos para vosotros según vuestras familias, y sacrificad la pascua. (22) Y tomaréis un manojo de hisopo, y lo mojaréis en la sangre que está en la vasija, y untaréis con la sangre que está en la vasija el dintel y los dos postes de la puerta; y ninguno de vosotros saldrá de la puerta de su casa hasta la mañana. (23) Pues el SEÑOR pasará para herir a los egipcios; y cuando vea la sangre en el dintel y en los dos postes de la puerta, el SEÑOR pasará de largo aquella puerta, y no permitirá que el ángel destructor entre en vuestras casas para heriros.

Todo aquel que se refugió bajo la sangre del Cordero de la Pascua, se salvó de la muerte. Pero los que no creyeron, no se salvaron.

En la siguiente publicación hablaremos del cumplimiento de la Pascua en el Mesías…

No hay comentarios:

Publicar un comentario